“No lo dudo, fue ella quien me visitó”, Hermana Libia Inés y la visita de la Madre Caridad que le ayudó a sobrellevar el cáncer

Una visita milagrosa para fortalecer el espíritu

  • Después de la primera intervención la orden del oncólogo fue iniciar con las quimioterapias, y justo en ese momento, le detectaron un segundo tumor que implicó otra cirugía. Recuerda vívidamente una reunión entre las Hermanas Leonor y Belén con el médico que llevaba su caso:

    “Salieron llorando del consultorio esto me impresionó, les pregunté qué había pasado y me respondieron que querían saber sobre las expectativas del tratamiento, la respuesta de los doctores fue que siguiendo los procedimientos, podría vivir 4 o máximo 5 meses de vida. Les respondí: eso sólo Dios lo sabe. En seguida firmé los papeles y pasé a la cirugía”.

    Conmovida por ese momento, en la noche pasó algo que revitalizó su espíritu y que para ella constituye un milagro del que no duda:

    “Yo estaba semidormida y una Hermana de mi congregación estaba en mi habitación, recuerdo que me dijo, ‘pídale a su Madre Caridad que la ayude’. Luego salió, no detallé su cara pero no dudo que fue nuestra amada madre fundadora, la Beata María Caridad Brader quien me visitó”.

    Al día siguiente, la Hermana Leonor le entregó un cuadro pequeño de la Beata Madre Caridad y le comentó lo que le había pasado la noche anterior. Desde ese mismo instante se repartió entre familiares, amigos y todos los conocidos, la oración de la fundadora pidiendo su mediación para la sanación de su hija, un gesto que hasta el día de hoy muchas personas practican con devoción.

El principal tratamiento: Jesús Eucaristía

Soportaba los dolores ocasionados por la morfina que le aplicaban dos veces al día, la hinchazón de su cuerpo y debilitamiento general tras cada quimioterapia. Ante esta situación, la entidad de salud le ofreció apoyo psicológico, sin embargo, ella les explicó que tenía a su lado al mejor psiquiatra.

Sabía que muchas misas eran ofrecidas por su sanación, pero de manera especial, quizá porque estaba ya muy mal, recuerda la celebrada por el Padre César Herrera, quien al final se acercó y le dijo:

aquí le voy a dejar a su amigo Jesús mañana vuelvo. Al recibir la hostia le dije Jesús, ‘Sé Tu mi morfina’ y no tuve que esperar para sentir que Él me amortiguaba el dolor”.

Los cambios fueron inmediatos: la tolerancia frente al tratamiento aumentó, desistió de las 2 últimas dosis de quimioterapia, soportó 80 sesiones de radioterapia diarias y a pesar de ello, pasados dos meses le realizaron una gamagrafía ósea que evidenció la metástasis en el hueso del antebrazo.

“De todo lo que me dijeron que sucedería, no aconteció nada, pero yo me sentía muy segura en el Señor y le pedí a mi médico me diera lo más suave que existía para controlar la enfermedad, puesto que ya no aceptaría tratamientos agresivos”.

30 años después de esa prueba que contra todo pronóstico médico difícilmente superaría y a pesar de que el cáncer aún permanece en su cuerpo, ella ha continuado con su vida y comparte su testimonio como lo que ella considera que es, un milagro.

“Lo mejor de mi vida se ha dado después, esa prueba fue y sigue siendo un regalo que no alcanzo a agradecer a Dios, a la Eucaristía, a mi Madre Caridad, a la Congregación, a mi familia, amigos y comunidades que oraron y por quienes yo intercedo diariamente desde aquí, el departamento de Antioquia en Colombia”.

Las Hermanas de la Fraternidad de Copacabana, departamento de Antioquia (Colombia), donde se encuentra la Hermana Libia Inés actualmente
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